Las Dos Caras Del Mensajero Divino: Ojo
Rnejeji Èsù
Buenas
noches a todos los foristas. Quiero compartirles un editorial muy bello
que me enviaron de Boletines Eshumoire. Ojalá sea de su a grado.
Hace
mucho tiempo había dos olóko (granjeros) que crecieron juntos en una
aldea ubicada cerca de igbó (bosque). Cuando eran niños vivían en el
mismo recinto compartiendo las comidas, jugando y aprendiendo la
sabiduría de sus mayores. Cada uno 1lamaba al otro Arákùnrin (hermano).
Cuando
los Arákùnrin alcanzaron la edad de àkòkò ti okùnrin (pubertad), fueron
llevados ante Ògún (Espíritu del Hierro) para ikoláabé (circuncisión) y
ante Ifá para adivinación. Ifá dijo que vivirían todas sus vidas en
granjas adyacentes. Ifá dijo que debido a que eran tan unidos, su
abundancia dependería de la cooperación mutua. Ifá dijo a los Arákùnrin,
que sería Èsù (Mensajero Divino) quien les enseñaría Awo àjosepò (el
misterio de la cooperación), Awo igbó (el misterio del bosque), Awo Oko
(el misterio de la agricultura) y Awo ofò-àse (el misterio de la
capacidad de comunicarse con los Orisa).
Ifá
les advirtió que si no hacían regularmente ebó (ofrendas a Èsù)
llegaría el día en que Èsù los separaría. Si ese día llegaba, vivirían
sus vidas como enemigos y sufrirían la vejez en la pobreza.
Los
dos jóvenes no podían imaginar el estar separados, no podían imaginar
el ser enemigos, no podían imaginar el vivir su vejez en la pobreza.
Ambos pensaron que Ifá se había equivocado acerca de su destino. No
vieron ninguna razón para hacer ofrendas a Èsù. Descuidaron el altar de
Èsù, el que estaba a la entrada de su aldea. Supusieron que su vida de
felicidad nunca cambiaria.
Algunos
años más tarde los dos jóvenes se casaron y comenzaron a criar sus
familias. Juntos habían ido a igbó (bosque) y despejado un terreno para
Oko (granja). Ambos Oko eran del mismo tamaño, en ambos Oko crecían las
mismas cosechas, y los hombres continuaron su amistad mientras
trabajaban juntos atendiendo la tierra. Uno de los jóvenes había
aprendido de su padre las técnicas de arrancar las malezas y despejar
las malas hierbas. El otro hombre había aprendido de su padre las
técnicas para secar semillas y la mecánica del riego. Dependía uno del
otro para asegurar que las cosechas de cada ano proveyeran suficiente
alimento para mantener a sus familias y que sobrara lo suficiente para
comerciar en ojà (mercado).
Ambos
Oko estaban separados por un estrecho sendero que iba desde el río
hasta la aldea. El sendero se usaba muy poco puesto que no había otros
campos en la vecindad. A menudo los dos hombres trabajaban semanas y aun
meses sin ver a nadie viajar por la carretera que dividía sus campos.
En
el día en que Èsù decidió viajar por el sendero que corría en medio de
los dos Oko, Èsù recordó las palabras de Ifá. Èsù reconoció a los dos
olóko (granjeros) como a los hombres que siempre pasaban por su altar a
la entrada de la aldea sin hacer ebó (ofrendas). Ambos jóvenes
continuaban creyendo que eran hábiles en Awo Oko (el misterio de la
agricultura).
Entre
ambos pensaban que tenían todo el iré (buena fortuna) que necesitaban
para mantener la abundancia. La vida parecía plena para ambos.
Èsù
se escondió entre los árboles y miró trabajar a los dos hombres. Cuando
estaban inclinados sobre la tierra, Èsù retiró de su àpò-gùn (talego o
bolsa) efun (tiza blanca) e Ìrosùn (polvo de madera roja). Tomó ewe
(hoja amplia) y mezclo el efun (tiza blanca) con omi-tútù (agua fresca),
haciendo òdà' fun (haciendo pintura blanca). Tomó otra ewe (hoja
amplia) y mezclo el Ìrosùn (polvo de madera roja) con omi-tútù (agua
fresca,) haciendo òdà pupa (pintura roja). Usando sus dedos Èsù se pinto
el lado derecho de su cara pupa (rojo) y el lado izquierdo de su cara
fun (blanco).
Luego
de colocar la òdà (pintura) que quedaba de nuevo en su àpò’gùn (talego o
bolsa), Èsù camino por el sendero cantando Orò Èsù tó tó tó akoni; que
significa "la palabra del mensajero divino siempre es verdadera".
AI
acercarse Èsù a los dos hombres que estaban trabajando sus granjas,
ambos levantaron la cabeza para ver quien estaba cantando. Èsù estaba
directamente entre ellos cuando levantaron sus cabezas. Usando el mismo
gesto con cada mano, Èsù les llamo de nuevo la atención a la tierra.
Cada olóko (granjero) sólo lo vio por un instante.
Luego
de que Èsù se perdió de vista, el arákùnrin (hermano) del lado derecho
del camino dijo "¿Quién era ese hombre extraño con ojú'fun (cara
blanca)?".
Arákùnrin (hermano) del lado izquierdo del camino respondió, ¿Quieres decir el hombre extraño con ojú pupa (cara roja)?".
Ambas preguntas fueron hechas inocentemente, pero la discusión pronto condujo a un desacuerdo, el desacuerdo llevo a una discusión y la discusión llevo a una pelea. Antes de que el asunto pudiera ser resuelto, los olóko (granjeros) estaban rodando por el suelo arrancando sus cosechas y destruyendo los boniatos maduros.
El daño hecho a la granja causó escasez de comida; no quedaron suficientes
boniatos para alimentar a sus familias; no había ningún sobrante para llevar a ojà
(mercado). Cada uno de los jóvenes quedo tan enojado por lo que había ocurrido que nunca más se hablaron.
Desde ese día, quienes alaban a Èsù siempre dicen: "Èsù ma se mi o" que significa "Mensajero Divino no me confundas"
Arákùnrin (hermano) del lado izquierdo del camino respondió, ¿Quieres decir el hombre extraño con ojú pupa (cara roja)?".
Ambas preguntas fueron hechas inocentemente, pero la discusión pronto condujo a un desacuerdo, el desacuerdo llevo a una discusión y la discusión llevo a una pelea. Antes de que el asunto pudiera ser resuelto, los olóko (granjeros) estaban rodando por el suelo arrancando sus cosechas y destruyendo los boniatos maduros.
El daño hecho a la granja causó escasez de comida; no quedaron suficientes
boniatos para alimentar a sus familias; no había ningún sobrante para llevar a ojà
(mercado). Cada uno de los jóvenes quedo tan enojado por lo que había ocurrido que nunca más se hablaron.
Desde ese día, quienes alaban a Èsù siempre dicen: "Èsù ma se mi o" que significa "Mensajero Divino no me confundas"