sábado, 23 de noviembre de 2013

Leyenda – El duende Pedro





Cuentan las leyendas que había una vez un duende al que llamaban Pedro. Nadie sabía de dónde venía y nadie lo había visto nunca, pero todos sabían que era de color azul.

Dice mi padre que el azul es el color de la felicidad y la alegría, yo no lo sé, soy feliz y me gustan todos los colores, el azul también.

Pedro era un duende muy juguetón, de hecho era un duende niño, había sido condenado por las hadas ha ser eternamente niño.

Pedro cuando era un niño como nosotros, era muy malo, nunca sonreía, siempre les estaba pegando e insultando a otros niños, no estudiaba y no les hacía caso a los profesores, ni a sus papás…siempre estaba castigado, pero aún castigado daba miedo.

Cuando creció y fue un hombre grande muy grande, era todavía más malo.

Les reñía a los niños cuando los veía jugar, les cogía los dulces y se los guardaba en los bolsillos de sus pantalones que eran enormes, rotos y sucios.

A su paso todo se volvía oscuro, se levantaba un viento frío y los árboles temblaban de miedo.

Los niños corrían a esconderse, para que no les robara sus juegos. Las personas mayores se guardaban de verle a los ojos porque les quitaba la alegría y no volvían a reírse nunca ni a ser felices…

Pedro daba mucho miedo, nadie sabía donde vivía, aparecía entre las sombras y entre la oscuridad y entre ellas desaparecía.

Se cree que tenía un castillo en lo alto de la montaña, pero nadie se atrevía a subir.

Siempre había mucha niebla y se escuchaba el ulular del viento, y graznar de las aves o algo que se les pareciera; nadie sabía a ciencia cierta que habitaba tras la niebla.

Poco a poco la situación iba haciéndose insostenible, y Pedro se apoderaba de los juegos de los niños, de su alegría y espíritu.

El pueblo se estaba convirtiendo en un lugar muy triste.

Ante tal situación los ancianos del pueblo, que son los que más saben, decidieron pedir ayuda a las hadas y contarles lo que estaba ocurriendo que el pueblo perdía la alegría y  el espíritu de juego de los niños.

Entonces las hadas al enterarse, y comprobar lo que estaba ocurriendo, tomaron la decisión de castigar a Pedro por ser tan malo. Y con sus varitas mágicas, pues necesitaron más de una, hicieron un conjuro que decía así:

Pedro, has sido muy malo, has quitado la alegría a los niños, y les has robado sus juegos. Te condenamos a convertirte en un duende niño por los siglos de los siglos.

Vagarás en cada corazón y en cada espíritu de niño y no lo abandonarás nunca.

Volarás con el viento repartiendo alegrías, te mecerás en las copas de los árboles cantando con los pájaros  pintarás  arco iris en el azul del cielo y ése será tu color, el color del universo, el color de la felicidad. Allá donde un niño  esté triste tú lo harás sonreír.