sábado, 23 de noviembre de 2013

Enfermedades Incas


En la civilización Inca, las enfermedades sólo se generaban por actos de brujería, motivados por revalidadas locales o conflictos ínter familiares, o por transgresiones que molestaban a los sobrenaturales. Las enfermedades causadas por los humanos creaban discordia entre los individuos y/o familias y eran curables gracias a la habilidad de otros curanderos. Pero a las enfermedades causadas por la voluntad de las divinidades se las consideraba difíciles de curar y molestaban la paz social.
Entre las producidas por la brujería malévola estaba el envenenamiento, provocado por la acción humana, pudiendo afectar a una persona o a una unidad doméstica entera dentro de un ayllu. La basaban en sustancias letales dadas por venganza o por envidia.
Todas las desgracias tienen un origen sobrenatural. Las dolencias enviadas por las divinidades se manifestaban después de haber transgredido ciertas reglas de buena conducta, por ejemplo el incesto, el crimen, el robo, y la inobservancia ritual, no producidas por la revancha de los dioses, pero por castigo.
El curandero tenía que discernir la calidad del enfermo. Si la disfunción la causaba una enfermedad cuyo diagnóstico era un designio sobrenatural, el curandero no podía hacer nada porque era imposible vencer los dioses. Pero sobre los males hechos por la venganza humana, el enfermo había perdido o había salido de su cuerpo su camaquen, o la fuerza vital que da movimiento y potencia a las cosas.
Jani: la pérdida temporal de la esencia vital que da vida, movimiento y ánimo al ser humano. Esta enfermedad provoca flujos de vientre, sensación de frío, excesiva secreción salival y otras alteraciones. Solamente se cura con la medicación de un curandero.
Shucaqui: es producido por la inmensa preocupación que siente una persona que sufre una fuerte vergüenza causada por un error cometido. Es una verdadera tormenta psicosomática, cuya gravedad depende del rango o clase social u ocupación que ejerce la persona que genera la turbación. Se produce una alteración neurohormonal que se manifiesta con intensos dolores de cabeza y abdominales, vómitos y diarreas incontenibles.
El tratamiento consiste en que el causante de la vergüenza coma los cabellos de la víctima, arrancándole el mechón del centro del cráneo, con tanta fuerza que se le desprenda la piel cabelluda en ese pequeñísimo sector, cuyo ruido debe ser escuchado.
Irijúa: es propia de los niños que la adquieren cuando la madre tiene otro bebé, a quien se cree que le prodiga mayores cariños que al anterior. El niño se torna pensativo, melancólico y malhumorado, se irrita con facilidad, llora y grita con agresividad. Pierde el apetito y el sueño y se debilita física y mentalmente. Es muy raro que la irijúa la adquieran los hijos menores. Se presenta en todas las clases sociales, y no es otra cosa que la envidia.
Mipa: los niños la adquieren en el vientre de su madre cuando ella se siente asco por un animal. El niño que nace presentará los signos directos de ese animal. Las embarazadas deben tener cuidado de no mirar personas feas para evitar que su niño no salga con estos defectos. Si la gestante pasa por un río grande, el hijo saldrá llorando. Si ha visto un cadáver, su hijo tendrá cejas pobladas y ojos hinchados.
Turumanya o cuichi: no se debe reír ni abrir la boca frente de un arco iris para no adquirir caries y piorrea. Las mujeres no deben pasar por debajo de un arco iris, ni descansar en los sitios donde había un arco iris para evitar tener bebés muertos o monstruosos.
Personas tocadas por los rayos del sol tienen erupciones cutáneas dolorosas con un intenso olor a hierro. Los curanderos especializados aliviaban con dietas exclusivas. Quienes sobrevivían al toque del rayo quedaban preparados para dedicarse al chamanismo, puesto que se les consideraba elegidos por esta divinidad.
En cada ayllu había por lo menos un hampicamayoc (curandero/médico) que conocía las manipulaciones mágicas y las yerbas, animales y minerales medicinales para las distintas enfermedades que también sabían diagnosticar. Había ayllus en los cuales sus hampicamayocs tenían conocimientos más profundos sobre su ocupación y eran los especialistas. Existían hamapicamayocs que sólo trabajaban en sus ayllus y otros a quienes se les solicitaba por los demás ayllus.
No hay que confundir a los hampicamayocs con los chamanes encargados de provocar cosas malas. Había chamanes especializados en hacer daño a otra persona a petición de clientes interesados. Usaban muñecos que representaran a la víctima, y para contra de la brujería habían amuletos que protegían sus poseedores.
También practicaban la cirugía: perforaban la capa ósea del cráneo para extraer de su interior las causas de la enfermedad, por ejemplo los espíritus. En cualquier caso usaban anestésicos como la coca, bebidas embriagadoras o drogas que adormecían. Había un porcentaje bastante apreciable de intervenciones con éxito, pero había más pacientes que no se levantaron jamás de la mesa de operaciones. Si morían, tapaban la pequeña abertura con láminas de oro o plata, o con el caparazón de calabazas. Sus instrumentos quirúrgicos eran sencillos, por ejemplo el vilcachina para extraer los objetos de cualquier órgano o el tumi para abrir los cráneos.
Los curanderos utilizaban yerbas frescas y secas, animales vivos y disecados, minerales, oraciones misteriosas, canciones, música y danza. El olvido de cualquiera de esas cosas hacía ineficaz el tratamiento curativo.
Algunas enfermedades las trataban con danzas rituales y ceremoniales ejecutadas ante sus ídolos durante las fiestas que les dedicaban. En las danzas participaban muchas mujeres, y también los hombres, niños y viejos. La gente bailaba horas y horas en busca de salud.
Otras enfermedades que tenían los incas incluían la epilepsia, la sífilis, neumonía, catarro, anginas, alopecia, asma, bocio, conmoción cerebral, escalofríos, cáncer, cataratas, caspa del cabello, congestión alcohólica, coqueluche, ceguera, cólicas, convulsiones, contusiones, desmayos, dolores de huesos, flujos de vientre, delirio, demencia, difteria, debilidad, disentería, excoriación, escaldaduras, tos, erisipela, espasmo, escorbuto, fiebres, forúnculos, flujos vaginales, fracturas de huesos, gonorrea, hidropesía, hinchazones, hemorragia, herpes, ictericia, infarto ganglionar, lumbago, laringitis, lepra, locura, náuseas, orzuelos, oftalmía, pus, abscesos, parálisis, heridas purulentas, resfriados, retorcijones, reumatismo, ronquera, ronchas, raquitismo, sarpullidos, Sordera, sarna, tartamudez, afasia completa, idiotismo, uta, verruga, tiña, tisis, tumores, acidez estomacal, mal de altura, mal del pinto, pian.