La Sachamama (Madre Tierra)
Existen
muchas leyendas ancestrales en la selva peruana que ni el paso del
tiempo las relego al olvido pues para la gente de la selva es una
realidad, una de ellas es la creencia de 2 especies de Dioses antiguos
en este caso representados por serpientes antediluvianas de proporciones
increíbles; la serpiente de tierra o Sachamama (Madre Tierra) y la
serpiente de agua o Yacumama (Madre Agua) que en el caso de la primera
su tamaño llegaría a ser mayor de 60 metros mientras que la segunda se
dice que su tamaño es menor con la primera, en promedio seria más de 20
metros.
Existen
registros de avistamientos de yacumamas donde embarcaciones chocaron
con estas mientras flotaban en el rio, incluso la más reciente fue en
1997 donde en nuevo Tacna (a 100 kilómetros de Iquitos) hubo un
deslizamiento de más de 500 metros de largo por cerca de 50 de ancho que
arraso incluso arboles y que las autoridades atribuyeron el hecho a una
de estas especies que según dijeron había despertado de su letargo
desde las profundidades de la selva hasta terminar en el amazonas.
Escondida entre el lodo y barro se disputa entre los testigos si fue
vista o no, sin embargo son escasos los huaycos que ocurren en estas
zonas y menos de estas magnitudes, siempre en línea recta en dirección
al rio; después de esta breve reseña veamos lo que uno de los relatos
nos dice…
La
Sachamama según nos cuentan los lugareños, es una serpiente gigantesca
la cual vive desde hace siglos en las profundidades de la selva, casi
siempre en letargo, ya no necesita esforzarse para cazar pues la
sabiduría en los siglos que tiene de vida le confirió la ultima
enseñanza, el encantamiento o hipnotismo por parte de unos gigantescos
ojos brillantes en el día y en la noche que hacen que cualquier criatura
viva que pase en frente de él caiga en su encantamiento y
voluntariamente ingrese a la oscuridad de sus fauces que siempre están
abiertas.
Es así
que desde hace muchos años en los pueblos de la selva, la caza es una
actividad común en que hombres experimentados ingresan a las
profundidades de ella en busca de presas como venados, chancho salvaje
entre otros. Y es que uno de ellos muy dentro de la jungla no había
tenido mucha suerte con las presas cuando había pasado más de una semana
desde que eligió su lugar de caza.
Descontento
por su suerte ingreso aún más en la selva y es aquí que el caótico
clima se descompone y comienza a llover; armado con escopeta y machete,
comienza a buscar refugio entre los árboles y en la oscuridad, es aquí
donde encuentra un árbol viejo caído de gran tamaño cubierto de musgo
que atravesaba de palmo a palmo su ruta. La experiencia del cazador le
hizo saber que era el lugar perfecto para levantar un tambo o choza
temporal hecha de ramas y hojas anchas para protegerse de la
precipitación que ya era todo un aguacero, para esto uso el lado del
tronco como pared y armo el resto del tambo cuidando de dejar suficiente
espacio para su equipo al igual que una fogata. Cuando termino el lugar
provisional acomodo todo y clavo el machete en el árbol caído pero
véase que un inesperado temblor remeció la selva desarmando el tambo
haciendo que todo caiga al suelo al igual que el machete.
Así
paso toda la noche volviendo a armar el refugio, hasta que en el
amanecer el clima cambio y le permitió descansar, para esto prendió una
fogata que le ayudaría a calentarse y preparar sus raciones que ya en
ese momento le eran escasas. La fogata agarro calor y calentó las
piedras que la rodeaban al igual que al tronco, por un momento el
cazador se encontraba disfrutando de la calidez cuando un nuevo temblor
sacudió la selva destruyo lo poco que había levantado del tambo y
levanto suficiente fango mientras se movió el tronco apagando el fuego.
Para
esto el cazador estaba desconcertado por toda la mala suerte que le
estaba tocando en esa semana, desistió de levantar de nuevo el refugio y
solo descanso esperando la mañana para proseguir su actividad,
consternado por el extraño movimiento telúrico nada común en la selva. Y
es así que la curiosidad nacida de la vagancia y la espera recayó sobre
el árbol en el cual se recostaba, mirando primero distraído los dos
extremos que se perdían en la espesura quiso saber que tan grande era el
largo del árbol ya que el largo de su diámetro lo pasaba por mucho.
Siguió hacia uno de los lados entrando entre los arbustos y se dio
cuenta que se dirigía hacia la que había sido la parte superior pues el
diámetro iba disminuyendo haciendo más delgado el tronco, al llegar al
final si hubieran visto la cara desencajada del cazador pensarían que su
fin se hallaba cerca.
Colinas
de huesos se levantaban por doquier en un claro gigante de la selva,
los huesos más recientes eran los que se encontraban cerca al cazador
mientras que los más lejanos podrían compararse a fósiles muy antiguos
ennegrecidos por el tiempo.
El
horror en el cazador al acomodar las ideas fue en aumento cuando su
atención se poso en el que hasta ese momento era a toda prueba un tronco
viejo de árbol caído, con una mezcla de miedo, horror y letal
curiosidad se dirigió hacia el otro extremo pasando por su refugio y
volviendo a ingresar entre los arbustos, al cálculo pensó que era un
árbol de unos 60 metros de longitud, con un diámetro que se hacía cada
vez más grande conforme avanzaba, mas al llegar casi al final del otro
lado una nueva distracción ocupo su mente.
Un
venado estaba en un claro justo donde terminaba la base del tronco, por
un momento olvido todo lo que había visto y su sabiduría de cazador le
aviso que si no aprovechaba ese momento no llevaría nada a casa, sin
embargo algo lo desconcertó pues sabía que a la distancia donde él se
encontraba y sin arbustos ocultándolo ya había sido divisado por el
venado pues miraba hacia su lado pero este parecía no temerle, solo
observaba con los ojos fijos.
Aún
apuntándole el desconcierto se hizo mayor cuando el venado se dirigió
hacia el cambiando de dirección unos pasos antes para ir directo a la
base del árbol hasta desaparecer de la vista del cazador. Una sombra de
miedo creció dentro de él haciéndose cada segundo más grande conforme
las ideas anteriores volvían a ocupar su lugar y avanzó pues también la
letal curiosidad había vuelto.
En solo
un segundo supo que de cualquier lugar en el mundo estaba en el peor,
cuando reconoció una gigantesca cabeza de serpiente con las fauces
abiertas, unos ojos que soltaban un brillo frio, unos cuernos pequeños
para su cabeza sobre los ojos que según los conocedores les crece a
algunas serpientes cuando alcanzan la vejez haciendo que la vista se
vuelva irreal y demoniaca, siempre mirando hacia el claro, atrayendo a
cuanto ser cruce y alimentándose así por siglos, el cazador se dio
cuenta que unos pasos mas lo hubieran convertido en un tiempo
indeterminado en un pila de huesos al otro lado del lugar; solo
retrocedió y en estado de shock se dirigió a su refugio, cogió sus cojas
y caminando como un autómata se dirigió en ruta a su pueblo, mientras
comprendió que la suerte si estuvo de su lado 3 veces ese día, primero
cuando clavo el machete, la Sachamama se movió por el dolor pues
atravesó al parecer su gruesa piel pero el cazador no fijo el aviso,
segundo fue el fuego cuando molesto el costado de la serpiente y tampoco
aquí se dio cuenta de este aviso, el ultimo fue el venado que justo por
pura suerte estuvo presente antes que el cazador se dirigiera a la
vista de la Sachamama. El mismo cuando se recupero relato el cuento a
los lugareños el cual se sumo a otros más que también habían tenido la
suerte de vivir para contarlo.

