sábado, 9 de noviembre de 2013

AMARRES DE AMOR APO CATEQUIL




La fama de Catequil se extendía por toda la sierra norte, se fundó principalmente en el hecho que el Dios emitía oráculos mediante sus sacerdotes. Además se le consideraba como poderosa deidad del rayo y las tempestades.

En la época precolombina tardía, Apo Catequil fue adorado en un gran templo, en la cima del cerro Porcon, en el que se encontraba una estatua de piedra que se había erigido en representación de este .

Solo cuando la colonización española se hizo manifiesto en la región de Huamachuco, los sacerdotes trasladaron los restos de la estatua del dios a un lugar apartado, de difícil acceso. Aunque de esta manera lograron continuar el culto de su dios hay que tener en cuenta que esta traslación fue en realidad un retroceso ante los españoles.

Los sacerdotes indígenas temían – y con mucha razón, como se vio más tarde- que los colonizadores europeos destruyeran el santuario de Apo Catequil y acabaran con el Dios, cuando los agustinos dieron con el escondite de la estatua de Apo Catequil, la condujeron al monasterio, donde la molieron hasta convertirla en polvo, que arrojaron al rio a escondidas, pero al parecer a consecuencia de esta destrucción se inicio un proceso que termino por transformar los oficios religiosos de Huamachuco.

Relata la historia que, ya en la época española, una mujer dio con una pequeña piedra, que entrego al sacerdote mayor de Catequil. Éste pregunto a la piedra ¿a quien representaba?, tras lo cual la piedra le hizo saber su nombre y que era el hijo de Catequil.

“Una consecuencia de la implantación del culto de los hijos de Catequil, fue la instalación de un sistema de relaciones entre el gran dios Catequil y las deidades de importancia meramente local. Los sacerdotes de Catequil obtuvieron cierta influencia sobre los cultos locales e impedían así que su dios cayera en el olvido”.




AMARRES DE AMOR APO CATEQUIL