ESPÍRITU CONGO. Orígenes, desde Africa hasta Cuba.
ESPÍRITU CONGO. Orígenes, desde Africa hasta Cuba.
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Contrato entre Bakongos y Portugueses |
Oración al Espíritu Congo
Oh, divino redentor Congo, oh, divino redentor Congo, oh, divino redentor Congo, tú que has pasado por todas las justicias del mundo, yo te ruego que no me dejes pasar lo que tú pasaste. Te pido que mi esposo o novio no me desamparen, que no me abandonen. A Ti te pongo de protector de mis causas para que no me tilden de brujerías y todo lo malo que a mi paso se me presente. Sea mi guía en todos mis asuntos y que las cosas malas se aparten de mí y que nadie me odie y dame dicha en cualquier negocio que yo emprenda. En mi trabajo me des paz y tranquilidad y me guíes mi familia por el buen camino.
Dos Ave María
Para mayor dicha y suerte en la lotería, prenda una vela de cera virgen frente al Congo Mongolló. Amén.
Originarios de la región de los grandes lagos del este de África ecuatorial, muchos pueblos bantúes emigraron hacia otras regiones para escapar de los embates y la influencia de los pueblos hamitas, empeñados en sus guerras religiosas de conquista y expansión. Tras cruzar el continente en penosa marcha, una de esas oleadas migratorias bantúes se esparció en el área de forestas tropicales y sabanas que se extendía hasta el estuario del río Congo y las partes altas de los ríos Cunene, Cubango, Cuito, Chobe y Kasai.
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Territorio del Reino del Manikongo |
Esas comunidades dieron vida a una serie de formaciones estatales embrionarias, las cuales, con el decursar del tiempo, se fundieron bajo una autoridad central, si bien relativamente laxa: la del Manikongo.
La tradición oral bakonga _nombre genérico de los inmigrantes bantúes que se asentaron en esa zona_ cuenta diferentes historias acerca de la constitución de su reino. Una afirma que 9 de los sobrinos del Manikongo abandonaron el clan de su tío y cruzaron el río Zaire para asentarse en tierras ribereñas, fundando los 9 clanes descendientes directos del monarca. Otra, en cambio, dice que Mtinu Wene, el primer Manikongo, después de mucho guerrear, logró asentarse al sur del río Congo. Entonces distribuyó las tierras conquistadas entre sus capitanes más corajudos, que eran 9.
Nueve fue, a partir de entonces, un número sagrado para esos pueblos. En el momento en que recibían el legado real, cada uno de ellos describiría así su lealtad al rey y sus hazañas en la guerra y en la paz:
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Nzinga Mbemba, primer Manikongo que abrazó el cristianismo. Bautizado como Alfonso I, en 1507, a los 9 años de la llegada de Diego Cao a su reino. |
_ Yo soy Ndumbu a Nzinga, planta trepadora que se enrolla en espiral. Mis ramas se anudan alrededor de todo el país.
_ Yo soy Manianga, el que está sentado. Me siento en la silla y en la estera. Yo he hecho nacer a los mvembas y a los nlazas.
_ Yo soy Nanga, el cojo, pero voy muy lejos. Las piedras de mi estufa son cabezas de hombres. Mi cuchara de comer es la costilla de un gran pez.
_ Yo soy el jefe Mankunku, aquél que todo lo derrumba. Yo acometí a los ndembos, a los tambores de los poderosos. Que no venga nadie a molestarme ni con el timbal ngongie ni con el tambor ngoma.
_ Yo soyNgimbi, aquél que hace crecer abundantemente todo lo que nutre y alimenta. Las madiadias o falsas cañas de azúcar que se cortan por la mañana, al mediodía nuevamente se mecen al sol.
_ Yo soy Mbenza, aquél que se rompe, que corta, que hiende. No corto las cabezas de los ratones, sino de los hombres.
_ Yo soy Mpudi a Nzinga, un gran pez, pero además un halcón que, pese al fuego, caza por encima de las hierbas en llamas.
_ Yo soy Mboma Ndongo, la serpiente jiboia que deja huellas a su paso. Se arrastra por todo el Congo, por Loango. Madre que hace bien a todos los otros clanes.
_ Yo soy Makaba, el que reparte las tierras, pero las leyes de esas tierras quedan en mis manos, en mi poder.
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Tambores de Wasangola, kanda o clan bakongo, 1920. |
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Los tatuajes iniciáticos de los bakongos; esos sí eran rayamientos de verdad. ( 1920 ) |
Alrededor de ese núcleo había grupos de estados más pequeños, parte del mismo complejo en el sentido de que habían sido sometidos por los bakongos, pero cuya lejanía del centro les permitía un grado no desdeñable de autonomía, si bien acataban la supremacía del Manikongo. Los trapacistas del siglo XVII coincíden en que los más importantes entre esos estados eran los de Ngoyo, Kakongo y Loango, en la costa atlántica al norte del estuario del río Congo, agrupados mucho más tarde bajo el nombre de Cabinda; el área conocida como Matamba, a caballo sobre el valle del río Cubango al sureste, y la región de Ngola, que abarcaba ambas riberas del Kwanza, y que hoy es la mayor parte de la porción central de Angola. Diremos, de paso, que Angola deriva deNgola, nombre de uno de los principales clanes de la región, el cual, en cierto modo, es un nombre dinámico.
Los pobladores del dominio del Manikongo ascendían, según estimados de los misioneros del siglo XVII, a unos dos millones y medio antes de la llegada de los portugueses en 1482. Los hombres eran formidables herreros, cazadores y guerreros. Las mujeres se dedicaban a la agricultura. Lo que encontró Diego Cao al desembarcar en esas tierras fue descrito, no sin cierta admiración y sorpresa, como un reino grande y poderoso, muy poblado y con muchos vasallos.
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Pedro VII o Mbemba, Rey del Congo o Manikongo y doña Isabel. 1896-1910. |
No obstante la centralización del poder, por laxa que fuera, ese reino poderoso preservaba numerosos rasgos de la sociedad matriarcal tanto en su ordenamiento social como en sus creencias, basados ambos en el sistema de mvila o kanda,términos sinónimos que pueden ser traducidos literalmente como clan.
El kanda es el colectivo en que vive el hombre y que, a su vez, garantiza la vida de este. Se establece sobre la base del llamado parentesco uterino. Un niño pertenece al clan de su madre quien, a su vez, pertenece al de su tío materno. Es un conjunto orgánico y místico de todos cuantos han sido paridos por mujer incluyendo, naturalmente, a los ancestros, cuyos nombres llevan los diferentes clanes. Los ancestros eran, en ese contexto, la clase, por así llamarla, preponderante. Eran los maestros dotados de un poder sobrehumano, capaces de transmitir parte de su sabiduría a sus descendientes; eran los verdaderos propietarios de la tierra, de la cual sus descendientes son los usufructuarios.
Los habitantes de las tierras ancestrales ocupaban el segundo peldaño de la escala social. El clan _que en paridad ya había dejado de ser tal, puesto que estaba subordinado a un poder central_ ocupaba muchas aldeas según las líneas de descendencia que se hubieran constituido a través de los tiempos. La jefaturade cada aldea pertenecía por derecho de herencia al descendiente más directo de la primera mujer de la primera línea. Ese jefe era también el sacerdote principal del culto a los antepasados, de cuya estricta observancia dependía la prosperidad del clan y sus miembros. Él era, pues, el heredero y representante de los ancestros en la tierra y, a la inversa, era también el representante de los miembros del clan ante los antepasados.
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Nganga o brujo bakongo con nkisi, mpaka y otras prendas o artefactos mágicos. 1900. |
La existencia de un poder político central se reflejó más en la jerarquización de la divinidad y sus características funcionales que en el ordenamiento social dentro de los clanes. Y aunque la descripción y análisis de esa divinidad han llegado a nosotros por medio de los misioneros que intentaran la catequización de los bakongos, con la inevitable identificación de una deidad única con el Dios de la iglesia católica, lo que resulta incuestionable es que los bakongos sí tenían una deidad única: Nzambi, que puede, efectivamente, parangonarse con el Supremo Hacedor. El misionero belga R. P. J. Van Wing, quien vivió algunos años entre los bakongos a principios de este siglo, describe esa entidad divina suprema de la siguiente manera:
Nzambi creó el cielo y todos los astros, y también a la primera pareja humana, de la cual desciende la humanidad entera. Nzambi interviene en la creación de cada individuo. Cuando un niño está a punto de nacer, el alma material entra por una de sus orejas, indicando que ha ocurrido el nacimiento "verdadero". Al morir el hombre, el alma material regresa a Nzambi. Acotamos como dato curioso que numerosos científicos sostienen que el sentido auditivo es lo último que se pierde en el momento de la muerte. Nzambi dispone de la vida y de la muerte de todo lo existente, y castiga a los transgresores de sus leyes. Entre estas, la principal es el respeto a los padres. Nzambi es veraz y omnisciente, está en todas partes, pero no se le representa en cosa material alguna, ni siquiera en imágenes.
Sinembargo, Karl Laman, quien viviera largo tiempo entre los bakongos y cuya obra es material obligado de referencia para todos cuantos se interesan por las manifestaciones religiosas en el reino del Manikongo, cuenta otra historia. Es está:
Nzambi es idéntico a Chambi, deidad cuyo culto preservaron los ancestros de los bakongos cuando abandonaron su región de origen. El concepto de Nzambi entre los bakongos probablemente debe mucho a la influencia de las primeras misiones católicas que abrieron sus puertas en el dominio del Manikongo. Según la concepción autóctona, Nzambi otorgó la vida al hombre en el momento de la Creación. Es más grande y poderoso que todas las demás categorías de espíritus de los muertos. Esto es importante, señala Laman, porque en las tradiciones populares bakongas los nkisi( espíritus de los antepasados ) tienen una relevancia particular, especialmente Funza, creador del feto en la matriz, y Bunzi, dios tutelar del clan, de cuyo bienestar y felicidad es responsable. Los ancianos, sigue Laman, confieren a Nzambi un poder casi universal, considerándolo el dueño de todo y de todos. Nzambi no se muestra, sinembargo, a los vivos. Habita en el cielo y no baja a la tierra, pero lo ve todo. Las líneas de la palma de la mano y los profundos surcos de la columna vertebral se conocen como la escritura de Nzambi y también como sus caminos, por los cuales penetra al cuerpo de los hombres. Pero como Nzambi dejó que la muerte reinara sobre la humanidad, su relación con esta no es de confianza o o intimidad. Por ello Nzambi no es objeto de culto. Puesto que no se le puede conmover con ruegos, arrepentimientos u ofrendas, ocupa un lugar secundario en la imaginación popular.
Algunos creen, continúa diciendo Laman, que el hombre y la mujer fueron creados en el cielo y bajados a la tierra por un hilo de araña. También creen que una persona llamada Tuuka Zulu( el que vino del cielo ) visitaba la tierra cabalgando sobre un relámpago en calidad de enviado de Nzambi, para curar a los enfermos y resucitar a los muertos. Tuuka Zulu se convirtió más tarde en Mukulu o Nkulu, el ancestro de la humanidad, que también trajo semillas de todas las plantas útiles y en quien se originaron todos los usos y costumbres, incluso la muerte.
El nombre Nzambi tiene múltiples significados, precisa Laman. Se le puede atribuir a un animal de grandes proporciones; a un cadáver, porque cuando alguien muere se transforma en un ser invisible con poderes semejantes a los de Nzambi. Como dueño del relámpago y el trueno, se le ha dado el nombre de Mpungu Bidumu, ser celestial superior que despierta a los habitantes del cielo de su sueño, parecido a la muerte. Pero también se llamaMpungu al ngangaque puede ver a los muertos y a los ancestros.
Esa concatenación conceptual reproducida por Laman parece más propia del pensamiento mágico bantú que la explicación de Van Wing, mediatizada a todas luces por los preceptos de su fe; explicación en la que figura, no obstante, el elemento del alma material y su forma de entrada al cuerpo humano, que también aparece en Laman. Y también refleja de manera adecuada la realidad política y social del clan: alejado físicamente del centro de poder, en términos espirituales se distancia del Ser Supremo quien, una vez que crea a sus hijos, los abandona a sus propios recursos, y permite que la muerte los arrebate de este mundo.
¿Y cuales eran esos recursos? Los elementos de la naturaleza: las plantas que sirvieron de sustento, cobija y medicina a los fundadores de los clanes en su peregrinación a lo ancho del continente; los animales de pelo y pluma que cazaban; las aguas que calmaron su sed y aliviaron su cansancio; la tierra que contenía las plantas y las aguas benefactoras y que, al término del largo trayecto, fue sembrada y rindió sus frutos. De ahí que las creencias venidas a Cuba desde el reino del Manikongo giran alrededor de estos elementos, en vez de haberse concentrado en la creación de un panteón politeísta, propio de las sociedades descentralizadas y secularmente sedentarias, como fuera el caso de los yorubas, por citar solo uno de esa parte del continente trasplantado a Cuba.
Los astros, y los elementos y fenómenos de la naturaleza también poseen poderes y atributos propios. El remolino, por ejemplo, tiene poderes semejantes a los de los nkisi que traen la desgracia y la desolación, quienes se trasladan de un sitio a otro valiendose de los remolinos y las tormentas. El cielo, y no Nzambi, es el dueño de la lluvia: la produce y la retiene. La lluvia gobierna a los seres humanos porque de ella depende el sustento y la buena salud de estos. El rayo es sagrado y sirve para castigar las transgresiones humanas. La Luna, y no el Sol, es para los bakongos el más notable de los cuerpos celestes. Cuando hay luna nueva, la tierra tiembla porque ella se lleva las almas de las personas y los animales para ganar fuerza y "llenarse". Para ellos la luna es masculina. Su esposa es, según la región de que se trate, el lucero de la tarde o la estrella de la mañana. El sol, en cambio, es una mujer muy trabajadora que descansa poco. Sol y luna están en constante conflicto. Si la luna prevaleciera, el mundo languidecería hasta extinguirse bajo su hechizo. El día que choquen, la humanidad perecerá. Cada estrella está asociada a una actividad humana particular, pero los cometas solo predicen sequías prolongadas y grandes hambrunas. El río Congo es muy respetado por su inmenso poder sobre la vida de los hombres. Los ancianos cuentan que en los viejos tiempos el río era un ser viviente que podía castigar crímenes y leer los secretos del corazón. Por eso, antes de cruzarlo, se le hacían oraciones y ruegos.
Es comprensible, pues, que la base de las reglas de Palo Monte sean los nkisi, lasprendas _también llamadas, certeramente, fundamentos_, resumen de los dos sujetos de veneración de los pueblos del reino del Manikongo: los ancestros y la naturaleza y sus espíritus.
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Nkuyo de Nkisi Nkondi |
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Otro Nkuyo de Nkisi Nkondi. Vean la similitud con el otro, ya que cada uno nace del anterior, siguiendo la misma fórmula, aspecto e ingredientes. |
Las prendas son receptáculos de formas diversas que contienen lo que Robert Farris Thompson describe como un universo en miniatura, tal y como lo perciben esos pueblos. Ellas encierran aguas, hojas, hierbas, piedras y tierras tomadas de distintos sitios; dientes, picos garras de variados animales, junto con pequeños fragmentos de sus huesos o de un ser humano cuyo espíritu pasa a vivir en ese nkisi o receptáculo. Este puede físicamente ser una calabaza, un atado de corteza de árbol o de tela basta, un caldero de hierro o de barro y hasta un caracol. En ocasiones especiales era también una escultura de una o más figuras humanas. Cuando alguno de los muertos ilustres del clan deseaba manifestarse para ayudar o dañar a los vivos, explica Laman, se "fijaba" el espíritu con resina y bilongo( medicina ) a una escultura. Al incorporarsele el espíritu, la estatua/receptáculo y el espíritu que había pasado a habitar en ella recibían el apelativo genérico de nkuyu.
Wyatt MacGaffey, en su catálogo de las prendas recogidas por Laman en el Congo, presenta múltiples tipos de estos receptáculos, entre los cuales sobresalen los siguientes por su originalidad:
Mbongo Nsimba es una prenda/estatua proveniente del área que Laman llama Mayombe, ubicada al oeste de Kingoyi y Kinkenge. Sirve para la adivinación y la curación. Londa es un nkisi para las mujeres y los niños. Es my complejo e incluye amuletos que deben usar quienes están protegidos por este nkisi, que pone énfasis en la armonía familiar. Ndundu es el nombre de una prenda que significa albino. Los bakongos creen que los albinos, como los jimaguas, son la reencarnación de los espíritus del agua. Aunqe este nkisi ataca a todo organismo vivo, también cura muchas enfermedades.
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Fotos con rayos X a un nkuyo. |
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Nótese la zona de la carga y el recorrido de la cadena que conecta el exterior con el interior mediante los clavos. |
Mbundu es un nkisi hecho en forma de atado de corteza y sirve para "decir" la verdad sobre disputas locales serias. Mbundu es una de las llantas que se usan para componer este nkisi, y que le da su nombre. Mbenza es, a todas luces, un tipo de prenda muy antiguo, que adopta muchas formas. En Mayombe es también el más alto de los títulos jerárquicos y el nombre de un importante clan de la región. Algunos estudiosos, según Macgaffey, la describen como objeto de un culto comunitario para abrir la matriz a una larga progenie. Por último, está el Nkisi a babonsono, o nkisi de todos. No es en realidad una prenda, sino una especie de botánica en miniatura que muchas aldeas ponen a disposición de sus moradores para proporcionarles los ingredientes básicos para componer una prenda a quienes la necesiten.
Nkisi es un término que se presta a confusión, y tal vez sea el concepto de los bakongos orientales que con mayor claridad resume su significado. Para ellos, nkisi es un objeto artificial habitado o influenciado por un espíritu y dotado por él de un poder sobrehumano. Por espíritu se debe entender, en este caso, no un ama descarnada, sino el alma de un difunto que ha tomado, por voluntad propia, después de su muerte, un cuerpo adaptado a su nuevo modo de "ser".
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Máscara que representa al Nganga Ngombo o adivino. |
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Danza con máscaras en un ritual iniciático del culto secreto de los Nganga Ngombe. |
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Típico Nkuyo Lucero _con evidente sincretismo con el orisha yoruba Eleggua_, de las reglas de Palo Monte afrocubanas. |
Para poder comprender mejor la naturaleza de los espíritus ancestrales y de la naturaleza, es preciso conocer primero cómo se percibían los bakongos en tanto que seres vivos. Laman ofrece de esto una explicación detallada, que permite llegar a conclusiones sobre tal percepción mediante el significado de palabras claves que designan cada uno de los diversos componentes, visibles o no, del ser humano. Optamos por ella, pues la explicación de Van Wing, más sintética, carece de los matices que enriquecen la exposición de Laman.
El hombre, dice Laman, es considerado como un ser dual, compuesto por una entidad exterior: el cuerpo físico, que se entierra y descompone, y una entidad interna: la esencia misma del hombre. Esta, a su vez, está compuesta por dos entidades separadas: la nsala y el mwela.
Nsala es la parte del hombre que no es visible en el cuerpo exterior; es su alma o mejor, el principio de la vida. Es considerada como un ser viviente que actúa como la adivina del hombre, al cual puede abandonar momentáneamente para vagar por el mundo y conocer los acontecimientos que afectarán a su dueño en el futuro. Al norte del Congo, donde la palabra nsala no se emplea, se usa kiini( sombra ), de lo cual se infiere que allí la sombra es conceptual y funcionalmente igual al alma o principio de la vida. En Mayombe y otras regiones sureñas, nsala equivale a sentido: lunzi, que podría describirse como la imagen del hombre interior, de la esencia del hombre. Para los ngangas, la nsala es visible en forma de sombra. Igual que el cuerpo físico tiene su sombra, el alma también tiene la suya. La nsala no abandona el cuerpo físico sino hasta que el hombre muere y la sombra se separa de él. Por eso los muertos mantienen el alma de un enfermo virtualmente cautiva, obligándola a no alejarse del cuerpo físico; si no hicieran esto, toda enfermedad tendría un desenlace inmediatamente fatal.
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En la tierra de los muertos, la vida continúa de manera semejante a la vida terrenal, si bien carente de penas y enfermedades. La muerte, dicen los bakongos, solo ocurre una vez y es como una recompensa. Los habitantes de la tierra de los muertos están, por lo general, divididos en dos grandes grupos: los nkuyu y los nyumba, divididos a su vez en numerosos subgrupos de distintas funciones, imposibles de enumerar aquí sin hacer de esta introducción un tratado.Nkuyu significa espectro, visión y también cambio, transformación. No tienen los nkuyu un lugar definido en el mundo de los muertos, sino que andan errantes por el mundo de los vivos y son susceptibles de ser capturados por un nganga. Los nyumba son aquellos que, al pasar a la tierra de los muertos, no adquieren una apariencia diferente a la que tuvieron en vida, porque no deben pagar por hechos censurables, por eso se mezclan con los vivos y muchas veces se confunden con ellos.
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Máscara que representa a un simbi en una danza ritual bantú. |
También existen lossimbi, a los que, a menudo, se les confunde con espíritus de muertos, aunque para nada se parecen a estos. Los simbi se manifiestan en torrentes o inundaciones súbitas que arrasan con chozas y cosechas. Un simbi no puede ser capturado y encerrado en una nganga, sino tras muchas dificultades y peligros. Alguien que, a riesgo de su vida, su salud y su razón, capture a un simbi, se convierte automáticamente en nganga, sin necesitar de otra iniciación. Al sur del Congo, el jefe de los simbi es llamado Mpulu Bunzi, pero en otras regiones se le llama Ndoona Bidi y se cree que es mujer. Anuncia la llegada de la estación seca cuando pasa por la tierra con sus huestes. El agua _salobre o dulce_ es el habitad de los simbi y sus lagunas tienen la reputación de ser muy peligrosas para quienes se acerquen a ellas.
Nkadi Mpemba es una de las figuras más misteriosas de la mitología de los bakongos. Los cronistas-misioneros lo encontraron en Loango y en Mbanzakongo, y se sirvieron de él para designar a Satanás, aunque no existen evidencias de parecido entre uno y otro. Nkadi Mpemba, relata Van Wing, a partir de los testimonios recogidos entre los bakongos, es una entidad cruel y dictatorial en cuya tierra el sol nunca alumbra y desde la cual los muertos no pueden visitar a los vivos en sueños.
Igualmente enigmático es Mbumba Loango, poderoso espíritu reverenciado en la zona de Mayombe, quien ocultaba su verdadera apariencia bajo el disfraz de una enorme serpiente que vivía junto al agua.
En el reino del Manikongo, el término ndoki no designaba ni a un espectro ni a un espíritu, sino a un poder, a una fuerza, transmisible por consanguinidad, que permitía a quienes la poseyeran o recibieran dominar a los espíritus de sus parientes muertos sin precisar de objeto mágico alguno. Las personas que detentaban este poder eran también llamadas ndoki. De ellas se decía que tenían la facultad de convertirse en animales de conocida ferocidad: cocodrilos, leopardos o serpientes de gran tamaño. El único objeto mágico que necesitaban esas personas era un amuleto que les ayudaba a operar tal metamorfosis.
Si bien los clanes de pescadores bakongos del territorio que hoy se conoce como Cabinda rendían igual culto a los antepasados, la mayoría de sus divinidades eran femeninas, símbolo de proliferación, y estaban directamente asociadas a la naturaleza. Eran llamadas "espíritus madres" y su origen parece ser muy remoto. No pocos estudiosos sostienen que se trata de deidades traídas por los primeros bantúes que se asentaron en la zona, cuya devoción ha sobrevivido allí hasta nuestros días, aunque nos parece que mejor podría describírselas como espíritus de la naturaleza divinizados. No habitan esas deidades ni nkuyu ni nkisi, sino la tierra, las lagunas, las rocas y los bosques.
La presencia en las Américas de un crecido número de esclavos pertenecientes a los diversos clanes bakongos bajo la égida del Manikongo, se debe a un cúmulo de circunstancias, entre las cuales no fue la de menor importancia la rápida catequización del Manikongo de la época, bautizado como Alfonso apenas nueve años después de la llegada de Diego Cao a la zona. Accedería al trono con el nombre de Alfonso I en 1507, ocupándolo ininterrumpidamente hasta su muerte en 1543. Fue él quien estableció las primeras relaciones con los portugueses, cuyas costumbres adoptó, y quien les suministró los primeros esclavos con destino a la colonia de Brasil. Pero cuando las exigencias de mano de obra para esa posesión portuguesa crecieron, como para que resultara imposible satisfacerlas por otra vía que no fuera la guerra, Alfonso I y sus sucesores no estuvieron dispuestos a ello. En 1575 al Congo llegó Paulo Dias de Novais, inaugurando una nueva era en las relaciones de Portugal con el reino del Manikongo. Dias plantó su cuartel general al sur del río Congo e inició la guerra de conquista contra los bakongos de Ngola, entrenando, al propio tiempo, a bandas de nativos para la captura de prisioneros de guerra, embarcados después como esclavos, y para la expansión de las fronteras coloniales.
Para 1591, el dominio efectivo del Manikongo se había reducido a seis provincias: Bamba, Sonho, Naundi, Pango, Bata y Pemba. Casi setenta años resistió el reino del Manikongo las depredaciones portuguesas y los conflictos internos que la expansión colonial trajo consigo, antes de decidirse a presentar batalla. Los resultados fueron desastrosos. La unidad del reino se resquebrajó con enorme rapidez y para fines del siglo XVIII el dominio del Manikongo solo alcanzaba unas pocas aldeas en la periferia de Mbanzakongo. Demasiado cercano al ojo de la tormenta colonial, el reino del Manikongo fue desbastado por ella.
No fue exclusivamente a Brasil adonde fueron a parar los bakongos capturados en el reino del Manikongo. También arribaron, entre otras islas del Caribe, a Cuba, transportados a la fuerza en los navíos de cuatro empresas europeas, que fueron las encargadas de este infame comercio transatlántico entre 1696 y 1763. Tales empresas eran la Real Compañía de Guinea del Reino de Portugal, que operó la ruta a Cuba entre 1696 y 1701; la Real Compañía Francesa de Guinea, cuyo negocio se mantuvo vigente entre 1702 y 1712, y cut a "mercancía" consistía, principalmente, en esclavos oriundos de Angola; la Compañía del Mar del Sur, que puso la trata de las Indias Españolas en manos británicas entre 1713 y 1750, excepto en períodos de guerra; y la Real Compañía de Comercio de La Habana, a la cual se le concedieron permisos para conducir esclavos a Cuba.
Duarnte el año que duró la ocupación de La Habana por los ingleses( 1762-1763 ), los británicos también realizaron numerosas ventas de esclavos. A los entrados "legalmente" se añadían los llamados esclavos de "mala entrada", producto de un floreciente contrabando de seres humanos. Se conoce que de tal forma llegaron a las zonas de Holguín, Santiago de Cuba, Bayamo y Baracoa, en 1749 solamente, 33 esclavos del Congo y uno de Cabinda, entre los provenientes de otros puntos de Africa. Diez años más tarde, y en La Habana, se realizó la venta de otros 36 hombres y mujeres traídos de la zona que abarcara el reino del Manikongo.
Para finales del siglo XVI, dice Leví Marrero, la población negra en Cuba era mayoritaria, Los cronistas de la época calculaban que un 60% de la población total _la cual fluctuaba entre los 15000 y los 20000_, estaba constituida por africanos traídos a la Isla en cálidad de esclavos y sus descendientes criollos.
Entre los esclavos vendidos en el mercado cubano durante la segunda mitad de ese siglo, algunos fueron identificados como congos y ngolas. Rn un lapso de diez años( 1578-1588 ), consta la venta, en el mercado habanero, de 16 congos y 25 ngolas de ambos sexos. En los primeros treinta y nueve años del siglo XVII, en virtud de la Real Cédula, salieron de Angola 385 barcos negreros, muchos con destino a Cuba. La media de esclavos transportada en cada uno de ellos ha sido calculada en 139, y las pérdidas durante la travesía entre el 20% y el 25% de esos pasajeros forzosos en cada viaje.
Desembarcados en diferentes puntos de Cuba, cientos de congos, ngolas y cabindas fueron destinados a plantaciones de caña, café y tabaco esparcidas por toda la Isla. Fueron ellos los que compusieron, en honor a los 9 reinos sagrados del dominio del Manikongo, los primeros 9 nkisi, de los cuales nacieron otros muchos. Estos, a su vez, procrearon los que, junto con aquellas prendas originales, llegarían a ser los fundamentos de las Reglas de Palo Monte en Cuba. Dos de ellas fueron hechas en Pinar del Río; una en La Habana; dos en Matanzas; una en Santa Clara; una en Camaguey, y las dos últimas en Oriente.
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Centella Ndoki por camino Kimbisa habita en cazuela de barro ancha, como un pequeño campo santo, rodeada de sus nkuyos auxiliares. Lleva huesos de mujer que se dio candela |
Nómbranse las de Pinar del Río, Ndumbo a Nzinga y Mananga. Ndumbo a Nzinga fue compuesta a finales del siglo XIX y pertenecía a Saturnino Gómez, descendiente de algún esclavo de la dotación del ingenio "Santa Teresa", fundado en 1827, en el Partido de San Diego Nuñez, Bahía Honda. Con el tiempo, el nombre de esta prenda devino en Ngundu Batalla Sácara Empeño.
El Nkisi Mananga servía a los esclavos congos de la Hacienda "Candelaria" don Francisco Javier Pedroso, alrededor de 1806. La hacienda lindaba con la Sierra del Cuzco, y en sus terrenos, donde hoy se ubica el pueblo de Candelaria, está la loma de Juan Gangá, famoso cimarrón que montó la prenda. Esta recibió el nombre de Manawanga o Mariwanga, que corresponde a Oyá, dueña de centellas y remolinos, identificada con la Virgen de la Candelaria.
Mboma Ndongo fue el nkisi compuesto por los bakongos en La Habana, por el año 1812, en el antiguo caserío de Guanabo, en Guanabacoa. En esa localidad de la provincia habanera ocurrió un importante levantamiento de esclavos congos y yorubas de la dotación del ingenio "Peñas Altas". Casi todos los insumisos fueron masacrados por el mayoral Antonio Orihuela. El reducido grupo de sobrevivientes pudo escapar llevándose la krillumba de una de si¡us compañeras asesinadas, llamada Regla Ngola. En lengua, Mboma es la Virgen de Regla.
Los nkisi Nanga y Mankunku fueron compuestos en la provincia de Matanzas. Nanga recibió el nombre de Mundo Catalina, Manga o Nganga Nsaya. Su dueña era la familia de los Melgarez, que radicara, a finales del siglo XIX, junto a la Laguna Sagrada de San Agustín de Ibañez en "Pedro Betancourt". Fue montada por esclavos del ingenio "Diana de Soler", propiedad del potentado español Juan Soler. El ingenio fue quemado poco después. Mankunku se convirtió enMayimbe Nkunku Sácara Empeño, y procede de las lomas de Quimbámbilas, en Perico. Fue fundamentada por cimarrones huidos del ingenio "Tinguaro", en esa jurisdicción. De esta prenda, famosa por su movilidad, nacieron otras muchas que, a su vez, se propagaron por toda la Isla. Come gallo negro y hierbas en forma peculiar.
En Santa Clara los esclavos cimarrones del ingenio "Buena Vista", propiedad de Justo Germán Cantero, prepararon una prenda con el nombre de Makaba, Mbumba Kuaba oKaba. Estos cimarrones deambulaban por las montañas de Trinidad y las Alturas del Muerto, hasta el río Ay de los Negros, e identificaban su fundamento en la Ocha con Yewá. Makaba es una prenda de extrema sensibilidad, hecha con la krillumba de una joven negra que fuera atacada y descuartizada por las jaurías de los rancheadores durante su fuga.
Ngumbi o Nkindi es oriunda de Camaguey y encierra el espíritu de Ngumbi, nombrado en vida Ciriaco. Era éste un negro bozal cuyo cimarronaje tuvo como escenario la periferia del poblado camagueyano de Santa Cruz del Sur. Los negros entrados por las costas de esa provincia aún después de suprimida la trata, pronto formaron grupos de cimarrones, los cuales, según las crónicas de la época, atacaron Santa Cruz varias veces en el año 1851, ocasionando pérdidas humanas y materiales nada desdeñables.
Las prendas de la antigua provincia de Oriente son particularmente interesantes. La que responde al nombre de Mbudi Yamboaki Nzinga fue preparada en el pueblo de Yara, La importancia histórica de esa localidad radica, entre otros hechos no menos trascendentes, en que allí se asentó el cacicazgo indio de Macaca, donde fue quemado vivo el indio Hatuey, el 10 de Octubre de 1513. Yara fue fundada alrededor de 1730. Para 1871, su población no blanca estaba integrada por 182 libres de color y 44 esclavos. El esclavo dueño de esta prenda era Baltasar Yamboaki, de quien se dice era así llamado porque su prenda contenía la krillumba de un yamboaki, que en congo significa indio.
En el punto conocido por Peralejo, situado entre Manzanillo y Bayamo, se libró una de las más cruentas batallas de la guerra de 1895-1898. Allí fue emboscada por las fuerzas mambisas al mando de Antonio Maceo la columna del brigadier Fidel Alonso de Santocildes, quien escoltaba al general en jefe del ejército español en Cuba, Capitán General Arsenio Martínez Campos. Este logró a duras penas romper el cerco insurrecto y dirigirse hasta Bayamo, dejando pertrechos y heridos en poder de los mambises. Pero Santocildes y muchos de sus hombres cayeron en combate. En reconocimiento al coraje de las huestes españolas, mambises descendientes de congos y ngolas que blandieron sus machetes en esa batalla, fundamentaron sus prendas, a finales del siglo XIX, nombradas Mbenza-Bana por su guía, en recuerdo de Santocildes y sus hombres.
Sin duda, ese comportamiento honra a los kikongos que, pese al odio tremendo que sentían contra sus esclavizadores y verdugos españoles, eran capaces de reconocer y respetar el valor en la batalla de sus enemigos, al igual que el de sus compañeros y aliados. Tal vez fueran analfabetos y estuvieran atrasados, pero como seres humanos eran más puros y más hombres que muchos de los que hoy en día se hacen llamar paleros y solo piensan en su propio provecho, incapaces de arriesgarse por un amigo o por una buena causa. Espero que los pinos nuevos que lean este artículo, no solo busquen en él secretos y fórmulas mágicas, sino atrapar el verdadero espíritu de amor y respeto por los ancestros, los misterios de la naturaleza, la libertad y el coraje, con que se forjaron, a sangre y fuego, nuestras Reglas Congas de Palo Monte. Ese es el mayor secreto mágico.