PACTOS CON EL DIABLO Y LOS DEMONIOS EN EL PALO MONTE
Últimamente me escribe mucha gente preguntando sobre los pactos con el Diablo, por eso voy a dedicar esta entrada al tema.
Los pactos con el Diablo y otros demonios y entidades oscuras, como los ndokis, existen desde la antiguedad. Se sabe que en Babilonia, Caldea, Grecia y en el Antiguo Egipto ya se usaban fórmulas mágicas para contactar con las fuerzas oscuras y obtener sus favores a cambio de diferentes tipos de sacrificios y promesas que la persona debía cumplir. Estos conocimientos pasaron a los judíos durante su estancia en Egipto y se fueron mezclando y transformando con sus propias creencias a lo largo de los años. Uno de los tratados mágicos más importantes y dónde se trata el tema de los pactos y tratos con demonios, es el famoso grimorio LA CLAVÍCULA DE SALOMÓN, supuestamente escrito por Salomón, rey de Israel, como herencia mágica para su hijo Roboam, rey de Judá. Pese a la gran devoción de los judíos por Dios y sus leyes, es evidente que los grandes hombres de ese pueblo, como Moisés y Aharon( La MÓNADA o LIBRO OCTAVO DE MOISÉS ) fueron también poderosos magos y brujos que no dudaron en echar mano de las prácticas más oscuras para liberar a su pueblo de los egipcios y cimentar su poder. Al parecer, el judaísmo siempre tuvo dos caras: una pública, moralista y respetuosa de Dios, para el pueblo y otra secreta y oscura a la que solo tenían acceso los reyes, patriarcas y grandes sacerdotes.
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Esta doble moral religiosa también podemos verla en el catolicismo. Los más trascendentes tratados mágicos del medioevo, como EL LIBRO DE SAN CIPRIANO, el Santo Mago, fueron escritos por monjes y sacerdotes católicos. Mientras la Iglesia católica se dedicaba públicamente a perseguir a brujas, magos y alquimistas, por sus "malas artes" y tratos con El Diablo, secretamente, en el interior de sus monasterios y abadías, se dedicaban al estudio y práctica de las artes arcanas y ocultas para obtener mayor riqueza y poder terrenales. Por eso perseguían a los llamados herejes, para arrebatarles sus conocimientos e impedir que el pueblo llegara a conocer la verdadera naturaleza mágica y oscura de la "Santa Iglesia". Muchas de las personas que fueron quemadas por la Santa Inquisición, como los caballeros Templarios, eran monjes católicos que conocían esa naturaleza y deseaban desbancar a la corrupta Iglesia para usar sus poderes de forma más humana; otros simpemente eran enemigos políticos o ricos caídos en desgracia a los cuales se torturaba y mataba en sacrificio a los demonios que le daban su poder a a Iglesia. Toda la historia de la Iglesia católica está manchada con la tortura, la violación y la muerte de personas inocentes que fueron sacrificadas para quitarles sus conocimientos o como holocausto para los demonios.
Por esa razón, para proteger su naturaleza oscura y secreta, los católicos crearon todas esas ideas horribles sobre el pecado y el infierno, que afirman que el precio de un pacto con el Diablo es la condena eterna del alma de las personas que lo llevan a cabo. De esa forma sembraban el miedo entre los ignorantes, para que a nadie se le ocurriera practicar esos procedimientos mágicos arcanos y no pudieran competir con ellos. Por esa misma razón, atesoraban todos los libros y el conocimiento y solo los curas y mojes podían aprender a leer y a escribir. Ellos sabían que el conocimiento es poder y por eso trataban de que nadie, salvo los suyos, pudieran obtenerlo y usarlo.
Así tenemos el caso de San Luis Beltrán, otro sacerdote y santo
católico, famoso por su misticismo y sus milagros, que eran fruto de su
pasión por el estudio de las artes mágicas. Si alguien fuera de la
iglesia hacía milagros, le tachaban de brujo y satánico, pero si los
hacía uno de los suyos, en el nombre de Dios, le nombraban santo. Esa es
la razón por la que, en el siglo XIX, Andrés Petit, fundador de la
Regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje, tomó la figura de san
Luis Beltrán como principal Guía Espiritual de su Regla, la cual, como
todos sabemos, tiene poco de católica y mucho de brujería africana,
magia europea y espiritismo, entre otras ramas del saber esotérico.
Lo que intento explicar, es que la versión católica de los pactos con demonios, está plagada de mentiras, como que el alma de los brujos y los que pactan con el Diablo, arderá eternamente en el infierno, para alejar a la gente de estas prácticas que, en realidad, son muy anteriores a la aparición del Dios moralista y severo de la tradición judeo-cristiana y al concepto del pecado que inventaron para dominar al mundo. En las antiguas culturas griegas, egipcias, romanas, hindús, shamánicas, asiaticas, australianas y, por su puesto, en las africanas, no existe el concepto del bien y del mal, ni del pecado y el castigo eterno. Todo eso es un invento que solo aparece en las religiones totalitarias judeo-cristianas y musulmanas, que descubrieron que a través del miedo podían conseguir la sumisión, tanto de las masas ignorantes, como de reyes y emperadores. Por eso el emperador Constantino se convirtió al cristianismo y renegó de sus dioses romanos, no porque creyera en Cristo, sino porque se dió cuenta de que la idea de un solo dios moralista y severo era mucho más útil para los fines políticos de conquista y dominación.
Los verdaderos místicos, sabios, magos y brujos de todos los tiempos, anteriores y posteriores al cristianismo, saben que el mal y el bien no existen fuera de la existencia humana. En la naturaleza, en la vida de las plantas y animales, no existen el bien ni el mal. Ningún animal mata por crueldad, venganza o egoísmo, solo los seres humanos lo hacen. Tampoco existe la mentira, la avaricia, la gula, la envidia y demás pecados capitales entre los animales y plantas. Esos males solo existen en la humanidad y si existen es porque somos los únicos seres vivos que somos conscientes de nuestra naturaleza mortal, y el miedo a la muerte nos vuelve envidiosos, egoístas, avaros, vengativos, mentirosos, traicioneros y criminales. Esa es nuestra naturaleza y es casi imposible escapar a ella en vida.
En las antiguas religiones mágicas africanas, como las practicadas por
la cultura Yoruba, Arará y Bantú, de las que se originaron las actuales
reglas afrocubanas y afroamericanas, como la santería, el Palo Monte y
el Vudú, no existe el concepto de bien y mal, solo el concepto de lo
positivo y lo negativo, entendiéndose este como la dualidad inerente a
toda forma de vida, lo creativo y lo destructivo, como fuerzas opuestas
que se complementan para sostener la vida. Hasta los científicos saben
que toda energía tiene dos polos, uno positivo y otro negativo y que
ambos son imprescindibles para la existencia. Si no existiera la
enfermedad, el deterioro y la muerte, la vida sería imposible, porque
sin muertos no hay abono para las plantas, ni espacio para las nuevas
vidas. Si nadie muriera, los jóvenes nunca podrían ocupar su puesto, no
habría relevo, ni evolución, ni espacio en el planeta para todos.
Para los verdaderos sabios, el mal y el bien o, mejor dicho, los aspectos destructivos y creativos de la energía, son las dos caras opuestas de Dios y nosotros, como seres vivos con inteligencia, tenemos todo el derecho del mundo a conocer y emplear ambas fuerzas en nuestro provecho y desarrollo. El fuego, por ejemplo, es uno de los 4 elementos básicos e imprescindibles de la vida material; lo mismo sirve para calentar, alumbrar, cocinar, procesar y fabricar, que para destruir, torturar y matar. Lo mismo sucede con los demás elementos, Aire, Agua y Tierra. ¿Debemos por ello abstenernos de usarlos? Claro que no, porque sin ellos la humanidad nunca se hubiera desarrollado.
Existe una energía original, a la que llamamos Dios, que dio origen a la
materia y a la vida y a todo lo que existe en el plano terrenal. Esa
energía original, o Dios, a la que cada cultura llama por un nombre
diferente, se manifiesta de modos diferentes en el Universo, para dar
riqueza y variedad a la existencia. En el inicio de la vida, al que los
científicos llaman Big Bang, solo existía Dios, la energía original
absoluta. Dios quiso que surgiera la vida y para ello se dividió en
cuatro: Fuego, Aire, Tierra y Agua, los cuatro elementos primarios. El
fuego dio paso al aire, el aire a la tierra y esta al agua, y del agua
nació la vida. Todas las cosas vivas, tanto en su aspecto energético
como material, están formadas por esos 4 elementos, que son Dios. Todo
está hecho de la carne(materia) y de la energía( espíritu ) de Dios.
Tanto las cosas positivas, como las negativas, las creadoras como las
destructoras.
A lo que los católicos llaman diablos y demonios, no son realmente ángeles que se rebelaron contra dios y fueron castigados por él. Eso es imposible, porque todo es Dios. Esa historia es una más de las mentiras de la tradición judeo-cristiana y musulmana para dominar a la gente. Los demonios solo son fuerzas destructoras que existen en la naturaleza, o mejor dicho, aspectos destructores de las fuerzas que conforman a la naturaleza, y están aquí, al igual que los aspectos creadores de esas fuerzas, para ser usados por nosotros como mejor nos parezca. No son malos ni buenos, eso solo es una ilusión de la mente humana.
Les explico esto para que entiendan porqué, pese a que las religiones judeo cristianas y musulmanas afirman que el uso y trato con fuerzas destructoras es pecado y condena el alma, tantas personas siguen practicando las artes esotéricas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días. La razón es que, en realidad, no existe el pecado ni la condena del alma fuera de la imaginación humana y se pueden usar esas fuerzas sin mayor peligro que el que puede tener usar el fuego o la electricidad. Si se toman las medidas convenientes y se conoce a fondo la naturaleza de estas fuerzas, se puede hacer uso de ellas sin peligro para nosotros.
En el Palo Monte afrocubano, como en el Vudú afrohaitíano, se practican
desde siempre los pactos con fuerzas oscuras, sin que por ello el alma
de sus practicantes se consuma en el infierno. El propio rayamiento(
iniciación ) del Palo Monte, es un pacto con los muertos y los mpungus(
fuerzas de la naturaleza, como la luna, el río, el mar, el monte, las
estrellas, el rayo, los vientos, etc ) y para montar una Nganga o Nkisi
hay que ir al cementerio y sellar pacto con el espíritu de un difunto.
Ambas cosas constituyen pactos con fuerzas oscuras de la naturaleza,
pero no por ello menos divinas. Para sobrevivir en el mundo hay que
echar mano tanto de las fuerzas positivas, como de las negativas. Por
medio de las primeras podemos sanar, curar, armonizar, aplacar,
despojar, abrir caminos, etc y por medio de las segundas podemos
defendernos de nuestros enemigos y transformar la realidad a nuestro
favor. Es lo mismo que hacen los animales cuando sanan sus heridas con
la lengua( positivo ) o matan a sus presas con sus garras, venenos y
colmillos.
En los pactos con fuerzas oscuras, como los espíritus ndokis, Lugambé y Kunankasi, por ejemplo, que se practican en el Palo Monte, al menos en los que yo conozco y domino, no se ofrece el alma como pago a esas fuerzas a cambio de su favores. El pago se hace con ofrendas y sacrificios de sangre o vida de animales y/o personas. Estos pactos no los puede hacer un neófito, solo un verdadero brujo con el conocimiento y el poder necesarios para controlar a dichas fuerzas sin detrimento para su persona.
Es imprescindible trazar un círculo protector y las patipembas( firmas o dibujos simbólicos ) y rezos invocatorios correspondientes a las fuerzas que se quieren invocar y al tipo de trato que se quiere hacer con ellos( existen distintos tipo de tratos para rayar, montar nganga, obtener "vititi", vista, sabiduría, poder sexual, riqueza material, fama, éxito social, poder político y militar, etc. Cada trato lleva patipembas e invocaciones diferentes y se hacen con distintas fuerzas, según su naturaleza ).
Pero con el círculo de protección, las patipembas y los rezos no es suficiente; el mayor secreto para invocar con éxito a una de estas fuerzas radica en la mezcla de yerbas, palos y otras sustancias que se coloca en el centro del círculo. Esa mezcla es diferente para cada tipo de fuerza o entidad y sus recetas son algunos de los secretos mejor guardados del Palo Monte. La mezcla secreta se quema y su humo, intenso y abundante sirve de cuerpo para que la entidad invocada pueda manifestarse.
Me explico: cuando se invoca al espíritu de un difunto, este baja y hace uso del cuerpo del brujo( si este es médium ) o de los perros de prenda( médiums que colaboran con el brujo o espiritista ) para manifestarse y hablar por su boca; pero cuando se trata de invocar a entidades más intensas y peligrosas( los mal llamados demonios ), como Lugambé, Kunankasi o los Ndokis, no es para nada aconsejable dejarles tomar posesión del cuerpo de una persona, pues con su fuerza podrían hacerla enloquecer y dañar seriamente su salud( a esto es a lo que se llama erróneamente posesión diabólica o demoníaca ). Por ello se usa una mezcla de yerbas, palos y otras sustancias correspondientes( afines ) a dicha entidad para que el humo que se desprende de su quema sirva de cuerpo o recipiente temporal para que la entidad se manifieste. Cuando la entidad "baja", el humo cobra formas antropomórficas, que recuerdan a seres medio humanos-medio animales( de ahí las imágenes del Diablo y otros demonios como seres con partes humanas y de becerros, murciélagos, serpientes y otras bestias )y que cambian de colores y se agitan dentro del círculo, de manera sobrenatural.
Cuando el brujo ve estas formas, por las que identifica a la entidad correcta, comienza a hablarle a la entidad mediante palabras y fórmulas mágicas que también se atesoran con sumo secreto. A su vez, la fuerza o entidad, responde al brujo telepáticamente, como una voz torpe y ruda que este escucha dentro de su cabeza( el humo no tiene cuerdas vocales, así que no puede hablar, por eso la entidad se comunica telepáticamente ).
Estos no son los únicos requisitos para llevar a cabo un pacto: también
hay que tener en cuenta la fase lunar. Se deben hacer en luna llena o
cuarto menguante, ya que, a diferencia de la luna nueva o creciente,
poseen energía destructiva o negativa. Estas ceremonias se celebran de
noche, a partir de medianoche, porque a las fuerzas y entidades
negativas no les gusta la luz( la oscuridad es negativa y la luz solar
positiva ).
Otros elementos fundamentales son: 1- El Intermediario espiritual o nfumbe( muerto que habita la nganga a las órdenes del brujo y que se simboliza mediante el cráneo o la clavícula u otro hueso del difunto ) que facilita la sintonía con la entidad y le sirve al brujo de ojos en el plano invisible o espiritual. 2- Las armas del brujo; generalmente un bastón de madera( hecho, por ejemplo, con una rama de un ciprés de cementerio cortada a media noche ) y una espada, cuchillo o machete( este último es el preferido de los paleros ) consagrado, que le sirven para dar ritmo a la invocación( golpes de bastón en el suelo ) y para mantener a raya a la entidad( espada o machete ). 3- Y la sangre humana y/o animal.
A las entidades oscuras o negativas les encanta la sangre o, mejor
dicho, la energía vital que desprende la sangre de los animales, porque
les fortalece. Para que una entidad espiritual se manifieste en el plano
terrenal necesita invertir una gran cantidad de energía, por eso hay
que darles sangre para que tengan fuerzas suficientes. La mejor de las
sangres, la más vital y elevada espiritualmente, es la humana, por eso
es imprescindible al menos un poco de ella. Antiguamente se sacrificaban
personas para llevar a cabo estas invocaciones y tratos, pero con el
tiempo los brujos aprendieron a "engañar" a los espíritus con un poco de
sangre humana mezclada con mucha sangre animal. Basta con un poco de
sangre fresca de la mano del brujo o del ahijado o cliente que solicita
el pacto, mezclada con toda la sangre de varios animales recién
sacrificados. Debo aclarar que este "engaño" solo sirve para pactos
sencillos que solo incumben a una persona( como los pactos por dinero,
sabiduría, poder político, etc ), pero para realizar un pacto colectivo,
que incumbe a muchas personas( como los pactos para proteger a un
pueblo entero, alejar plagas, curar epidemias, hacer llover, dar buenas
cosechas, etc ), como los que se realizaban en la prehistoria y en la
antiguedad, es necesario al menos el sacrificio de una vida humana. Por
eso los antiguos egipcios y las grandes culturas precolombinas
sacrificaban seres humanos vivos a sus divinidades, no porque fueran
salvajes( de hecho eran muy refinados ), sino porque sabían que era
imprescindible para obtener favores tan grandes. Esa es la razón por la
que la mayoría de las víctimas de dichos sacrificios se ofrecían
voluntariamente o aceptaban su destino con sumisión, porque sabían que
su sacrificio era por el bien de todo su pueblo.
Hoy en día, con los avances científicos y tecnológicos, ya no es necesario buscar ayuda espiritual para conseguir buenas cosechas y curar epidemias, por eso los sacrificios humanos han desaparecido casi por completo, pero aún seguimos necesitando unas gotas de sangre humana para negociar pactos individuales con las fuerzas oscuras.
Pero supongo que a estas alturas del artículo, muchos lectores se
estarán preguntando: ¿Si no es el alma, cuál es entonces el precio que
hay que pagarle a las fuerzas oscuras para obtener su favor? Y más
importante todavía: ¿Qué ocurre después de la muerte. Hay castigo para
las malas acciones o no?
El pago que se ofrece a las fuerzas oscuras, al menos a las entidades africanas, como Lugambé, Kunankasi y los ndokis, que son las que yo conozco, consiste en la promesa de ofrecerles periódicamente sacrificios de sangre animal para que siempre estén fuertes y así puedan ejecutar las acciones que se les pide. En caso de que el favorecido incumpla con el trato y no alimente a la entidad, esta se cobrará la vida de una persona querida o conocida del pactante, como recordatorio de los términos del pacto. Si después de esto la persona sigue incumpliendo el pacto, la entidad entenderá que el pacto está roto y, una de dos, o deja de ayudar a la persona o( generalmente ) se cobra la vida del pactante directamente. Estas muertes se caracterizan por producirse a través de accidentes violentos, enfermedades desconocidas que acaban con la vida horrible y vertiginosamente o fuertes depresiones que derivan en suicidios.
Con respecto a lo que sucede al morir y si hay castigo o no para las malas acciones o pecados, les diré que, en primer lugar, no existen los pecados fuera de la mente humana y que el mundo espiritual no funciona de forma tan retorcida como lo hace la sociedad humana. Lo que está bien o mal es relativo a la época, cultura y contexto en que suceda. Según los católicos es pecado matar, pero ellos mataron a mucha gente en la hoguera y en las cruzadas y todavía hoy absuelven a los soldados de cualquier muerte que provoquen en combate. ¿Es que existen guerras justas y guerras injustas ? ¿Dónde escribió Dios la diferencia entre matar para bien y matar para mal? Supuestamente( yo no me creo que Dios escribiera en una piedra; esa no es su forma de comunicarse ), solo escribió que era pecado matar, en general.
Obviamente, todo eso es absurdo, patrañas infantiles de los curas para sacarle dinero a la gente a cambio de la absolución y su perdón. Los pecados humanos se pagan en el mundo de los vivos, no en el más allá. Para ello existe la justicia del hombre, ya sea mediante políticos, jueces, policías y militares o por la mano del individuo que busca su propia justicia. Muchos crímenes, delitos y malas acciones no se pagan, quedan impunes, ya que el hombre es imperfecto y su justicia también. A medida que la humanidad avanza, su justicia se perfecciona, pero nunca habrá una justicia perfecta ya que todos somos diferentes y pensamos y sentimos de forma distinta.
Las acciones humanas no alteran en nada la realidad espiritual del más
allá. Solo somos un planeta más entre innumerables galaxias y realidades
paralelas en el universo infinito. Es propio del enorme y estúpido ego
humano pensar que nuestros pecados pueden influir en el curso de la gran
obra de Dios. Solo somos una especie más, una que alcanzó la
consciencia de si misma o inteligencia, por obra de la evolución, pero
mientras sigamos siendo mortales, Dios no verá diferencia alguna entre
nosotros y las hormigas. Somos partes de Dios, pero somos prescindibles,
como las uñas o el pelo, que siempre vuelven a crecer. Para Dios
nuestros pecados son tan naturales como lo es matar para los animales.
Esto no quiere decir que nuestras acciones no afecten a nuestra realidad individual, al morir, solo que a Dios y al universo les importa poco lo que hagamos en vida. Al morir, la energía vital o espíritu, abandona la carne muerta y queda flotando, por decirlo de alguna manera, a la espera de su próxima misión. La energía o espíritu de la mayoría de las personas reencarna en los recién nacidos, pero no guarda recuerdo de sus vidas pasadas. Y así sucede una y otra vez hasta que dicho espíritu alcanza la madures espiritual suficiente para pasar a una misión más elevada que la de ser un simple humano mortal.
El espíritu de las personas que mueren con remordimientos por sus acciones, que se consideran a si mismas malas personas, reencarna en formas de vida más primitivas y acordes a su energía negativa, como pueden ser ciertos animales. Todos los espíritus reencarnan una y otra vez, primero en gases y minerales, luego en plantas, luego en animales y luego en seres humanos, pero ese no es el último, ni el mejor nivel.
Los espíritus que, después de miles de reencarnaciones, alcanzan una
vida humana elevada y profunda, de conocimiento y armonía con el Todo,
al morir no vuelven a reencarnar en seres humanos, ni en animales u otra
forma de existencia mortal, sino que se elevan a niveles superiores de
existencia y se adhieren a entidades espirituales e inmortales por las
que se sienten identificados y atraídos. Esas entidades son fuerzas
positivas o negativas a las que cada cultura llama con nombres
diferentes, como ángeles, arcángeles, demonios, dioses, semidioses y
otras divinidades. Esas fuerzas, positivas o negativas, son las únicas
que se interesan un poco por nosotros los mortales, porque en su día
también fueron humanos y aún guardan cierto apego por este mundo; y por
eso podemos comunicarnos con ellas y obtener su favor.
Para llegar a formar parte de una esas fuerzas superiores hay que morir conscientemente, sin miedo ni apego por la vida, solo ansia y curiosidad por el más allá. Para conseguir ese estado al morir, primero hay que haber vivido y sufrido muchas vidas y en cada una haber cometido innumerables errores y pecados, hasta que nuestro espíritu alcance la madurez suficiente para recordar en vida todas sus antiguas reencarnaciones y de esa forma podamos comprender el verdadero sentido de la vida: una escuela, una universidad para los espíritus. Ese estado se caracteriza por personas muy especiales, brujos, magos, sabios, santos, maestros y guías espirituales, como Cristo o Buda que marchan de este mundo voluntaria y felizmente, sin remordimientos, frustraciones, ni ansias y apegos y lo hacen para siempre.
Las religiones orientales tienen una idea muy parecida a esta, que es la del karma, pero es inexacta. Ellos conocen la verdad de la reencarnación, pero creen que estas se deben a las malas acciones que tenemos que pagar en la siguiente vida. En realidad no es así, solo reencarnamos porque aún nuestros espíritus no han aprendido y madurado lo suficiente como para pasar a un estadío superior, no porque tengan que pagar cuentas pasadas.
Una última aclaración sobre el tema de la relación vida-muerte, es el
caso de los muertos oscuros, también conocidos como almas en pena.
Contrariamente a lo que muchos piensan, estos espíritus no pertenecen
obligatoriamente a personas malas, sino a personas a las que la muerte
les llegó por sorpresa y dejaron muchos asuntos importantes, para ellos,
sin resolver en la tierra. Es cierto que muchas de esas personas eran
criminales o personas violentas y que eso fue la causa de su muerte,
pero muchas más son las víctimas inocentes de accidentes imprevistos,
crímenes y desgracias, mayormente niños y jóvenes que ni siquiera
entienden que han muerto o que no lo aceptan, porque extrañan el amor de
sus seres queridos y la ilusión de los sueños inconclusos. estas
fuerzas negativas también pueden( y se hace ) ser contactadas y
utilizadas por los vivos para obtener favores, ya que no sabiduría.
Estos espíritus no vagan eternamente por la tierra, como afirma la
iglesia católica y otras religiones totalitarias, sino que lo hacen
durante un tiempo, meses, años o siglos, hasta que su nueva realidad
espiritual supera a la anterior terrenal o las oraciones de sus seres
queridos vivos les convencen de que acepten su destino y busquen la Luz.
Los pactos con el Diablo y otros demonios y entidades oscuras, como los ndokis, existen desde la antiguedad. Se sabe que en Babilonia, Caldea, Grecia y en el Antiguo Egipto ya se usaban fórmulas mágicas para contactar con las fuerzas oscuras y obtener sus favores a cambio de diferentes tipos de sacrificios y promesas que la persona debía cumplir. Estos conocimientos pasaron a los judíos durante su estancia en Egipto y se fueron mezclando y transformando con sus propias creencias a lo largo de los años. Uno de los tratados mágicos más importantes y dónde se trata el tema de los pactos y tratos con demonios, es el famoso grimorio LA CLAVÍCULA DE SALOMÓN, supuestamente escrito por Salomón, rey de Israel, como herencia mágica para su hijo Roboam, rey de Judá. Pese a la gran devoción de los judíos por Dios y sus leyes, es evidente que los grandes hombres de ese pueblo, como Moisés y Aharon( La MÓNADA o LIBRO OCTAVO DE MOISÉS ) fueron también poderosos magos y brujos que no dudaron en echar mano de las prácticas más oscuras para liberar a su pueblo de los egipcios y cimentar su poder. Al parecer, el judaísmo siempre tuvo dos caras: una pública, moralista y respetuosa de Dios, para el pueblo y otra secreta y oscura a la que solo tenían acceso los reyes, patriarcas y grandes sacerdotes.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGqTrvMFga480pZPT1b8Py2aXYvNOwdiyLFt6Ghs2XzOVsQW4hwMWK8vVpPS9icNnESTDMNfK_iWqVsW6DKCyQT18FyoJWUdDNH7jdbiXcm7lXrie_TGW9S6HK9XSe79P4q6LGD3YAPi0/s1600/salomon.jpg)
Esta doble moral religiosa también podemos verla en el catolicismo. Los más trascendentes tratados mágicos del medioevo, como EL LIBRO DE SAN CIPRIANO, el Santo Mago, fueron escritos por monjes y sacerdotes católicos. Mientras la Iglesia católica se dedicaba públicamente a perseguir a brujas, magos y alquimistas, por sus "malas artes" y tratos con El Diablo, secretamente, en el interior de sus monasterios y abadías, se dedicaban al estudio y práctica de las artes arcanas y ocultas para obtener mayor riqueza y poder terrenales. Por eso perseguían a los llamados herejes, para arrebatarles sus conocimientos e impedir que el pueblo llegara a conocer la verdadera naturaleza mágica y oscura de la "Santa Iglesia". Muchas de las personas que fueron quemadas por la Santa Inquisición, como los caballeros Templarios, eran monjes católicos que conocían esa naturaleza y deseaban desbancar a la corrupta Iglesia para usar sus poderes de forma más humana; otros simpemente eran enemigos políticos o ricos caídos en desgracia a los cuales se torturaba y mataba en sacrificio a los demonios que le daban su poder a a Iglesia. Toda la historia de la Iglesia católica está manchada con la tortura, la violación y la muerte de personas inocentes que fueron sacrificadas para quitarles sus conocimientos o como holocausto para los demonios.
Por esa razón, para proteger su naturaleza oscura y secreta, los católicos crearon todas esas ideas horribles sobre el pecado y el infierno, que afirman que el precio de un pacto con el Diablo es la condena eterna del alma de las personas que lo llevan a cabo. De esa forma sembraban el miedo entre los ignorantes, para que a nadie se le ocurriera practicar esos procedimientos mágicos arcanos y no pudieran competir con ellos. Por esa misma razón, atesoraban todos los libros y el conocimiento y solo los curas y mojes podían aprender a leer y a escribir. Ellos sabían que el conocimiento es poder y por eso trataban de que nadie, salvo los suyos, pudieran obtenerlo y usarlo.
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San Luis Beltrán |
Lo que intento explicar, es que la versión católica de los pactos con demonios, está plagada de mentiras, como que el alma de los brujos y los que pactan con el Diablo, arderá eternamente en el infierno, para alejar a la gente de estas prácticas que, en realidad, son muy anteriores a la aparición del Dios moralista y severo de la tradición judeo-cristiana y al concepto del pecado que inventaron para dominar al mundo. En las antiguas culturas griegas, egipcias, romanas, hindús, shamánicas, asiaticas, australianas y, por su puesto, en las africanas, no existe el concepto del bien y del mal, ni del pecado y el castigo eterno. Todo eso es un invento que solo aparece en las religiones totalitarias judeo-cristianas y musulmanas, que descubrieron que a través del miedo podían conseguir la sumisión, tanto de las masas ignorantes, como de reyes y emperadores. Por eso el emperador Constantino se convirtió al cristianismo y renegó de sus dioses romanos, no porque creyera en Cristo, sino porque se dió cuenta de que la idea de un solo dios moralista y severo era mucho más útil para los fines políticos de conquista y dominación.
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Torturas de la Santa Inquisición |
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Muerte en la Hoguera: Inquisición |
Los verdaderos místicos, sabios, magos y brujos de todos los tiempos, anteriores y posteriores al cristianismo, saben que el mal y el bien no existen fuera de la existencia humana. En la naturaleza, en la vida de las plantas y animales, no existen el bien ni el mal. Ningún animal mata por crueldad, venganza o egoísmo, solo los seres humanos lo hacen. Tampoco existe la mentira, la avaricia, la gula, la envidia y demás pecados capitales entre los animales y plantas. Esos males solo existen en la humanidad y si existen es porque somos los únicos seres vivos que somos conscientes de nuestra naturaleza mortal, y el miedo a la muerte nos vuelve envidiosos, egoístas, avaros, vengativos, mentirosos, traicioneros y criminales. Esa es nuestra naturaleza y es casi imposible escapar a ella en vida.
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Patipembas: firmas o dibujos del Palo Monte |
Para los verdaderos sabios, el mal y el bien o, mejor dicho, los aspectos destructivos y creativos de la energía, son las dos caras opuestas de Dios y nosotros, como seres vivos con inteligencia, tenemos todo el derecho del mundo a conocer y emplear ambas fuerzas en nuestro provecho y desarrollo. El fuego, por ejemplo, es uno de los 4 elementos básicos e imprescindibles de la vida material; lo mismo sirve para calentar, alumbrar, cocinar, procesar y fabricar, que para destruir, torturar y matar. Lo mismo sucede con los demás elementos, Aire, Agua y Tierra. ¿Debemos por ello abstenernos de usarlos? Claro que no, porque sin ellos la humanidad nunca se hubiera desarrollado.
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Pacto entre un demonio y un obispo católico |
A lo que los católicos llaman diablos y demonios, no son realmente ángeles que se rebelaron contra dios y fueron castigados por él. Eso es imposible, porque todo es Dios. Esa historia es una más de las mentiras de la tradición judeo-cristiana y musulmana para dominar a la gente. Los demonios solo son fuerzas destructoras que existen en la naturaleza, o mejor dicho, aspectos destructores de las fuerzas que conforman a la naturaleza, y están aquí, al igual que los aspectos creadores de esas fuerzas, para ser usados por nosotros como mejor nos parezca. No son malos ni buenos, eso solo es una ilusión de la mente humana.
Les explico esto para que entiendan porqué, pese a que las religiones judeo cristianas y musulmanas afirman que el uso y trato con fuerzas destructoras es pecado y condena el alma, tantas personas siguen practicando las artes esotéricas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días. La razón es que, en realidad, no existe el pecado ni la condena del alma fuera de la imaginación humana y se pueden usar esas fuerzas sin mayor peligro que el que puede tener usar el fuego o la electricidad. Si se toman las medidas convenientes y se conoce a fondo la naturaleza de estas fuerzas, se puede hacer uso de ellas sin peligro para nosotros.
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Palo Monte: huellas de un perro de prenda poseído por una entidad espiritual |
En los pactos con fuerzas oscuras, como los espíritus ndokis, Lugambé y Kunankasi, por ejemplo, que se practican en el Palo Monte, al menos en los que yo conozco y domino, no se ofrece el alma como pago a esas fuerzas a cambio de su favores. El pago se hace con ofrendas y sacrificios de sangre o vida de animales y/o personas. Estos pactos no los puede hacer un neófito, solo un verdadero brujo con el conocimiento y el poder necesarios para controlar a dichas fuerzas sin detrimento para su persona.
Es imprescindible trazar un círculo protector y las patipembas( firmas o dibujos simbólicos ) y rezos invocatorios correspondientes a las fuerzas que se quieren invocar y al tipo de trato que se quiere hacer con ellos( existen distintos tipo de tratos para rayar, montar nganga, obtener "vititi", vista, sabiduría, poder sexual, riqueza material, fama, éxito social, poder político y militar, etc. Cada trato lleva patipembas e invocaciones diferentes y se hacen con distintas fuerzas, según su naturaleza ).
Pero con el círculo de protección, las patipembas y los rezos no es suficiente; el mayor secreto para invocar con éxito a una de estas fuerzas radica en la mezcla de yerbas, palos y otras sustancias que se coloca en el centro del círculo. Esa mezcla es diferente para cada tipo de fuerza o entidad y sus recetas son algunos de los secretos mejor guardados del Palo Monte. La mezcla secreta se quema y su humo, intenso y abundante sirve de cuerpo para que la entidad invocada pueda manifestarse.
Me explico: cuando se invoca al espíritu de un difunto, este baja y hace uso del cuerpo del brujo( si este es médium ) o de los perros de prenda( médiums que colaboran con el brujo o espiritista ) para manifestarse y hablar por su boca; pero cuando se trata de invocar a entidades más intensas y peligrosas( los mal llamados demonios ), como Lugambé, Kunankasi o los Ndokis, no es para nada aconsejable dejarles tomar posesión del cuerpo de una persona, pues con su fuerza podrían hacerla enloquecer y dañar seriamente su salud( a esto es a lo que se llama erróneamente posesión diabólica o demoníaca ). Por ello se usa una mezcla de yerbas, palos y otras sustancias correspondientes( afines ) a dicha entidad para que el humo que se desprende de su quema sirva de cuerpo o recipiente temporal para que la entidad se manifieste. Cuando la entidad "baja", el humo cobra formas antropomórficas, que recuerdan a seres medio humanos-medio animales( de ahí las imágenes del Diablo y otros demonios como seres con partes humanas y de becerros, murciélagos, serpientes y otras bestias )y que cambian de colores y se agitan dentro del círculo, de manera sobrenatural.
Cuando el brujo ve estas formas, por las que identifica a la entidad correcta, comienza a hablarle a la entidad mediante palabras y fórmulas mágicas que también se atesoran con sumo secreto. A su vez, la fuerza o entidad, responde al brujo telepáticamente, como una voz torpe y ruda que este escucha dentro de su cabeza( el humo no tiene cuerdas vocales, así que no puede hablar, por eso la entidad se comunica telepáticamente ).
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Círculo mágico y bastón |
Otros elementos fundamentales son: 1- El Intermediario espiritual o nfumbe( muerto que habita la nganga a las órdenes del brujo y que se simboliza mediante el cráneo o la clavícula u otro hueso del difunto ) que facilita la sintonía con la entidad y le sirve al brujo de ojos en el plano invisible o espiritual. 2- Las armas del brujo; generalmente un bastón de madera( hecho, por ejemplo, con una rama de un ciprés de cementerio cortada a media noche ) y una espada, cuchillo o machete( este último es el preferido de los paleros ) consagrado, que le sirven para dar ritmo a la invocación( golpes de bastón en el suelo ) y para mantener a raya a la entidad( espada o machete ). 3- Y la sangre humana y/o animal.
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Nganga de Palo Monte |
Hoy en día, con los avances científicos y tecnológicos, ya no es necesario buscar ayuda espiritual para conseguir buenas cosechas y curar epidemias, por eso los sacrificios humanos han desaparecido casi por completo, pero aún seguimos necesitando unas gotas de sangre humana para negociar pactos individuales con las fuerzas oscuras.
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Sacrificio humano azteca |
El pago que se ofrece a las fuerzas oscuras, al menos a las entidades africanas, como Lugambé, Kunankasi y los ndokis, que son las que yo conozco, consiste en la promesa de ofrecerles periódicamente sacrificios de sangre animal para que siempre estén fuertes y así puedan ejecutar las acciones que se les pide. En caso de que el favorecido incumpla con el trato y no alimente a la entidad, esta se cobrará la vida de una persona querida o conocida del pactante, como recordatorio de los términos del pacto. Si después de esto la persona sigue incumpliendo el pacto, la entidad entenderá que el pacto está roto y, una de dos, o deja de ayudar a la persona o( generalmente ) se cobra la vida del pactante directamente. Estas muertes se caracterizan por producirse a través de accidentes violentos, enfermedades desconocidas que acaban con la vida horrible y vertiginosamente o fuertes depresiones que derivan en suicidios.
Con respecto a lo que sucede al morir y si hay castigo o no para las malas acciones o pecados, les diré que, en primer lugar, no existen los pecados fuera de la mente humana y que el mundo espiritual no funciona de forma tan retorcida como lo hace la sociedad humana. Lo que está bien o mal es relativo a la época, cultura y contexto en que suceda. Según los católicos es pecado matar, pero ellos mataron a mucha gente en la hoguera y en las cruzadas y todavía hoy absuelven a los soldados de cualquier muerte que provoquen en combate. ¿Es que existen guerras justas y guerras injustas ? ¿Dónde escribió Dios la diferencia entre matar para bien y matar para mal? Supuestamente( yo no me creo que Dios escribiera en una piedra; esa no es su forma de comunicarse ), solo escribió que era pecado matar, en general.
Obviamente, todo eso es absurdo, patrañas infantiles de los curas para sacarle dinero a la gente a cambio de la absolución y su perdón. Los pecados humanos se pagan en el mundo de los vivos, no en el más allá. Para ello existe la justicia del hombre, ya sea mediante políticos, jueces, policías y militares o por la mano del individuo que busca su propia justicia. Muchos crímenes, delitos y malas acciones no se pagan, quedan impunes, ya que el hombre es imperfecto y su justicia también. A medida que la humanidad avanza, su justicia se perfecciona, pero nunca habrá una justicia perfecta ya que todos somos diferentes y pensamos y sentimos de forma distinta.
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Holocaustos aztecas |
Esto no quiere decir que nuestras acciones no afecten a nuestra realidad individual, al morir, solo que a Dios y al universo les importa poco lo que hagamos en vida. Al morir, la energía vital o espíritu, abandona la carne muerta y queda flotando, por decirlo de alguna manera, a la espera de su próxima misión. La energía o espíritu de la mayoría de las personas reencarna en los recién nacidos, pero no guarda recuerdo de sus vidas pasadas. Y así sucede una y otra vez hasta que dicho espíritu alcanza la madures espiritual suficiente para pasar a una misión más elevada que la de ser un simple humano mortal.
El espíritu de las personas que mueren con remordimientos por sus acciones, que se consideran a si mismas malas personas, reencarna en formas de vida más primitivas y acordes a su energía negativa, como pueden ser ciertos animales. Todos los espíritus reencarnan una y otra vez, primero en gases y minerales, luego en plantas, luego en animales y luego en seres humanos, pero ese no es el último, ni el mejor nivel.
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El Juicio Final |
Para llegar a formar parte de una esas fuerzas superiores hay que morir conscientemente, sin miedo ni apego por la vida, solo ansia y curiosidad por el más allá. Para conseguir ese estado al morir, primero hay que haber vivido y sufrido muchas vidas y en cada una haber cometido innumerables errores y pecados, hasta que nuestro espíritu alcance la madurez suficiente para recordar en vida todas sus antiguas reencarnaciones y de esa forma podamos comprender el verdadero sentido de la vida: una escuela, una universidad para los espíritus. Ese estado se caracteriza por personas muy especiales, brujos, magos, sabios, santos, maestros y guías espirituales, como Cristo o Buda que marchan de este mundo voluntaria y felizmente, sin remordimientos, frustraciones, ni ansias y apegos y lo hacen para siempre.
Las religiones orientales tienen una idea muy parecida a esta, que es la del karma, pero es inexacta. Ellos conocen la verdad de la reencarnación, pero creen que estas se deben a las malas acciones que tenemos que pagar en la siguiente vida. En realidad no es así, solo reencarnamos porque aún nuestros espíritus no han aprendido y madurado lo suficiente como para pasar a un estadío superior, no porque tengan que pagar cuentas pasadas.
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Muerto oscuro o alma en pena |